jueves, 16 de diciembre de 2010

de paso hacia un lugar...



Hace unos días, sin quererlo,
me vi participando en una conversación
a través de una red social
con coterráneos que ni conocía
y me tocó escuchar, leer perdón,
sin que me quejara de mi situación
sino simplemente buscando matizar
la situación actual de los que vivimos al este del Atlántico.

A raíz de esa conversación
me decían “que al que quiere celeste, que le cueste”
que si la juego de solitaria que me la aguante….
En fin…quiero creer que la impersonalidad
y tal vez la mala costumbre de no saber callarme
me hicieron recibir con tristeza comentarios
de personas que no conocen nada de mí,
una inmigrante económica más entre miles
que en su momento, adolescente, no eligió mucho.
En ese momento, aunque a mi familia le costara
no había celeste, sino más bien un horizonte negro.

Pasan los años y uno va asumiendo que ese camino
muchas veces nos conduce bajo una especie
de inercia propia, otras, nos vemos
más conscientes de estar “eligiéndolo”.
No me arrepiento, pero siempre insisto
en que saber de dónde vengo
me permite comprender quien soy
y seguir andando.
Jamás me planteé si el camino era
“más fácil” para los de una orilla o los de la otra
entonces no voy a entrar en esa discusión
que me parece absurda en un contexto
en el que ningún país es intocable
porque todos giramos en el círculo voraz del mercado
que manda y no pregunta…

No obstante, llevaba días pensando en este artículo.
porque pensando en la ciudad
me volvía a la cabeza la eterna pregunta de dónde
estará el “lugar definitivo” ¿existirá?
cada vez me convenzo más de que no
y un vez más la “discusión” me parece absurda.

Me queda la pena de saber
que esta reacción no es la primera
en el plano económico, tampoco en otros ámbitos
relacionados con la “pertenencia” a un LUGAR,
voto, derechos, opciones, cambios…

Con su permiso, no voy a pedir permiso
para seguir sintiéndome libre de
cambiar de sitio en el mundo
sola o acompañada,
(con celeste, porque como a todos, me cuesta,
y el dónde hoy, suele ser siempre circunstancial)
y para mantener mi “lugar” en el mundo,
al que pertenezco y al que viajo
en la tardes frías de invierno
cuando sentada frente a esta pantalla
con solo cerrar los ojos
o sentir un aroma familiar
viajo sin permiso y sin pasaporte,
esperando que el trabajo diario
me permita volver a mi pedacito de mapa,
a mi ciudad, a mi lugar…
Y no pienso pedir permiso
ni me voy a sentir culpable.

A mi Montevideo, al de todos,
a cada ciudad donde en estas fechas,
miles de millones de hombres viajeros intentamos volver,
llevados por el rumor, el olor,
el rostro aquel que nos da la entereza
para seguir labrando el caminito
donde sea
para siempre poder volver…
y para darse cuenta con el tiempo
que se extrañan ciudades, acentos y personas
sin elegir de qué lado, sin preguntas banales,
sin más gestos que la sonrisa
llena de lágrimas
que se dibuja en los labios en cada reencuentro.

“buscando el lado amable del mapa más ajeno
la plaza impronunciable, el árbol extranjero”…

Feliz 2011, un año más para seguir haciendo camino,
¿Dónde? Qué importa, tengo siempre donde volver,
donde reconocerme.
Mientras, elijo, vivo, aprendo, comparto
mi "extrañeza" con los que para mí
son los "extraños".

La murga, poesía inteligente
su claridad, su concisión
y esta “Civilización” de la Catalina
se hace muchas preguntas muy pertinentes al respecto…