domingo, 28 de diciembre de 2008

Con el corazón roto...



Hace unos días contaba en
"el Sur también existe"
la publicidad que empapelaba Madrid,
denominada "Plan de retorno voluntario".

Después de mucho hablarlo con amigos
y de mucho pensar en casa,
recordé que siempre insisto
en la importancia de la identidad
para no caer en el vacío del desarraigo.

En este caso,
es clave no caer en la desmemoria,
ni permitir esa desmemoria inducida,
apoyada en la ignorancia,
para que cada una de las partes
asuma su responsabilidad.

Un amigo me pasó este video recordando mi enfado
(a propósito, ¡gracias!)
paradojas de la vida,
murgas llevadas de Cádiz,
que crecieron en el Río de la Plata,
con yeísmo latente y desgarradora letra,
cantada en Cádiz hoy, para público español.

Alguna vez escuché que si América Latina
y España podían buscar lazos de unión,
era mediante la cultura.
Permítanme recordarle que,
le guste o no,
los lazos culturales sobran,
la diferencia está entre
valorarlos y reforzárlos,
o condenarlos a ser marginales.

La murga, como manifestación cultural en cambio,
siguió sola el curso de aquello que un día,
abuelos gaditanos venidos para cumplir su sueño de una vida mejor,
nos enseñaron a hacer:
luchar, luchar y luchar todo el año,
pero cuando este se acaba y aún hay cosas por mejorar,
nos regalaron la magia de pintarse la cara,
para "cantarle las 40" a la realidad
y soñar con algo mejor y posible.

Aquello que un día nos enseñaron
como arma frente al conformismo,
fue estandarte de lucha en años duros
de nuestra vida política, social y económica.
Y si duda son hoy,
además de una expresión cultural,
una señal inquívoca
de aquello que nos falta;
y este fragmento en particular,
llama a no perder la memoria,
tal vez ahí esté la clave,
para que podamos no vivir,
sino convivir,
sin que ninguno tenga que armar el bolso e irse.

Es duro sentirse
"amablemente invitado a retirarse"
cuando uno se levanta a trabajar
todos los días como uno más y
cumple sus obligaciones como "buen ciudadano o residente",
(según lo denomine el carné que lleva en el bolsillo).

Mis sueños, nos son tan distintos de los tuyos
y hay cosas que dejan el corazón roto...

No hay dolor




Alguna vez lei que las utopías,
más que paraísos del mañana,
son insatisfacciones del presente,
en definitiva,
cosas que nos faltan